Gulag es un acrónimo formado por las iniciales (ГУЛАГ – Главное управление исправительно-трудовых лагерей), Dirección General de Campos de Trabajo, una organización soviética encargada de todos los temas relacionados con los centros de trabajos forzados para prisioneros en la antigua Unión Soviética.
El sistema del Gulag fue creado en 1930 y pervivió hasta 1960, año en el que fue oficialmente cancelado. Durante este período, la Unión Soviética construyó multitud de campos de concentración repartidos por todo el país para llenarlos con cientos de miles de detenidos.
El Gulag constaba de más de 30.000 centros de detención, 425 colonias penales y más de 2.000 comandancias especiales.
El sistema soviético de campos de trabajos forzados tenía tres categorías específicas donde iban destinados los presos: régimen estricto, régimen reforzado y régimen general.
Según el régimen estricto, al cual se encontraban adscritos los delincuentes especialmente peligrosos y los presos políticos, estos eran sometidos a una continua vigilancia, no tenían la posibilidad de ser liberados y eran utilizados principalmente en los trabajos más duros. Además, se les aplicaban unas penas más severas por abandono e incumplimiento del régimen del campo.
En el régimen reforzado se encontraban los condenados por robos y otros delitos peligrosos, ladrones reincidentes, que tampoco podían ser liberados.
El resto de los prisioneros estaban incluidos dentro del régimen general, en una categoría que les permitía obtener su libertad una vez cumplida su condena.
Cuando una persona podía ser detenida
Durante los años de existencia del Gulag los ciudadanos que hacían su vida cotidiana, bien fuera estudiando o trabajando, prácticamente no sabían mucho de lo que realmente pasaba detrás de las paredes del sistema soviética debido a la férrea censura que practicaban las autoridades, por lo que aquello que ocurría en el Gulag solo se supo mucho más tarde, con la publicación de libros y testimonios de supervivientes o la difusión de dibujos elaborados por esos mismos exreclusos.
Al mismo tiempo que el resto de ciudadanos del país permanecían en la ignorancia millones de personas estaban pasando a través del infierno del Gulag, y muchos de ellos en realidad no habían cometido ningún delito.
Una persona podía ser detenida por cosas tan triviales como la denuncia de alguien que informaba a las autoridades sobre la existencia en casa de su vecino de cosas de gran valor, tales como margarina cara o mantequilla de alta calidad, etc.
La presencia de artículos exclusivos se consideraba una prueba de la actividad de espionaje y relaciones con los enemigos del Estado por parte del acusado.
Además, la denuncia por el presunto espionaje daba ciertos privilegios para el delator, que se convertía en el dueño de la habitación y de todos los bienes de su vecino detenido.
Durante la época de Stalin los soviéticos escribieron más de 4 millones de denuncias para protegerse a sí mismos y a sus familiares. Era mejor adelantarse a tu vecino y entregarlo a la policía antes que él te entregará a ti.
El artículo de la Ley que regulaba el delito de «Traición a la Patria» tenía una interpretación bastante amplia, puesto que no existía una definición clara en su concepto. Por ejemplo, bastaba con decir que un jefe de una granja colectiva era un estúpido y un ladrón y este ya tenía su lugar en el Gulag asegurado.
La desgracia de la detención además no se circunscribía solo al propio detenido sino que además todos los miembros de la familia del acusado de traición eran condenados a penas que oscilaban entre los 5 a 10 años, condena a la que se le sumaba la pérdida de todos sus bienes.
Otro comportamiento muy grave y fuertemente penado era el referido al mantenimiento de contactos con un estado extranjero; incluso una conversación casual con un extranjero podía conducir a un proceso donde la condena podía ser a muerte mediante el fusilamiento o bien a 10 años de Gulag.
Por otra parte, el artículo de la Ley que incluía el delito consignado como «Propaganda o agitación» prohibía la creación y distribución de rumores antisoviéticos.
En los casos en los que se sorprendía una conversación de este tipo o era denunciada por un informante se procedía a detener tanto a la persona que propagaba el rumor como a los interlocutores por no denunciar dicho comportamiento inmediatamente a las autoridades.
El horror diario y el miedo acompañaron a los ciudadanos durante este período de su vida. De vez en cuando podía suceder que de repente desapareciera un conocido y después de un tiempo se volatilizará otra persona del propio entorno.
Debido a que las detenciones se producían muchas veces sin ningún aviso previo, la gente tenía miedo a los coches negros, a luz que producían sus faros en la noche o al crujido repentino de ruedas de coche, por lo que vivían en silencio, temiendo a esa oscuridad desconocida.
La mayoría de los prisioneros fueron detenidos y llevados a los campos de trabajos forzados, sin haber sido juzgados ni condenados.
Localización de los campos del sistema Gulag
La red de campos del Gulag existía por todo territorio de la URSS, pero los más grandes estaban situados en las regiones más alejadas del país: Siberia y el sur de Asia central.
El Gulag como un objetivo económico de Stalin
El Gulag fue un instrumento muy importante para Stalin. En la década de 1930 lo utilizó para deshacerse de posibles rivales políticos y de colectivos que por una razón u otra entorpecían sus planes políticos, miembros del partido comunista, disidentes políticos, así como de millones de campesinos detenidos durante la colectivización y la deskulakización.
El miedo que inspiraba el terror político produjo asimismo una parálisis en la mayor parte de la población que permitió a Stalin ejercer su poder sin oposición política por el miedo de los descontentos a ser exterminados.
Solo ese terror hace posible entender que la gente pudiera cumplir cuotas de producción imposibles y mantuviera ritmos de trabajos extenuantes en medio de una escasez pertinaz de alimentos y con unas condiciones generales de falta de bienes de consumo básicos y de hacinamiento de la población en infraviviendas.
Stalin consideraba el Gulag como un instrumento económico y creía que con el trabajo forzado se podía fortalecer a la Unión Soviética y al mismo tiempo adelantar al desarrollo militar e industrial de Occidente.
Para el Estado soviético el Gulag tenía una gran importancia para industrializar el país, específicamente para sectores fundamentales de la economía como la construcción de fábricas y minas, el desarrollo y cultivo de terrenos en zonas despobladas del país, las llamadas tierras vírgenes.
Gracias al ahorro en sueldos por el uso de mano de obra esclava pudieron realizarse obras faraónicas que de otro modo hubieran sido muy complicadas de financiar, como el canal del Mar Blanco al Mar Báltico que desembocaba en San Petersburgo y donde trabajaron más de 100.000 detenidos y donde murió un número indeterminado de prisioneros, o la autopista de Kolimá en el extremo oriental del país y de cuya construcción y de los horrores acaecidos durante la misma dejó constancia el escritor Varlam Shalámov en su obra «Relatos de Kolimá».
No en vano el propio autor fue un trabajador forzado que colaboró en las obras de la carretera y pasó 16 años de su vida cumpliendo condena por actividades contrarrevolucionarias.
La autopista Federal para automóviles Kolimá, su nombre oficial, es también conocida como «La carretera de los huesos» debido a que los restos de muchos de los prisioneros fallecidos durante su construcción fueron utilizados como material de relleno mezclados con la grava.
Durante la Segunda Guerra Mundial los campos del Gulag tuvieron un importante papel en la producción de armas destinadas al frente. Algunas colonias fueron transformadas en fábricas de munición y otras producían pertrechos militares tales como teléfonos de campaña o cosían uniformes para el ejército.
Al mismo tiempo el gobierno de Moscú tenía una prisión especial bajo control del Gulag llamada «Sharashka» para científicos e ingenieros que conformaban la élite de la aeronáutica soviética.
Durante la Segunda Guerra Mundial en la Sharashka estuvieron entre otros destacados científicos e investigadores el principal constructor de motores de cohetes de la URSS, Valentín Glushkó, el creador de los sistemas espaciales soviéticos, Serguéi Koroliov, o el famoso ingeniero en aviación Andréi Túpolev.
Cuántas personas estuvieron en el Gulag
Las cifras totales sobre la represión aún son objeto de debate, pero los cálculos más comedidos hablan de las siguientes cantidades de encarcelados:
Durante la Gran Purga y la represión estalinista posterior, más de 3 millones de personas fueron enviadas a los campos de trabajos forzados del Gulag soviético.
A principios de 1936 había más de 1,2 millones de presos en el Gulag, más de 1,8 millones en el año 1938 y 1,9 millones en 1941.
Una de las primeras publicaciones sobre la vida en el Gulag fue un libro de Ivan Solonevich, un ex empleado del periódico «Izvestia», que estuvo en los campos y huyó al extranjero en 1934. Solonevich escribió: «No creo que el número total de los presos en estos campos fuera inferior a 5 millones de prisioneros, quizás algo más».
El autor del libro «Archipiélago Gulag» Aleksandr Solzhenitsyn hizo estimaciones sobre cifras de decenas de millones de prisioneros que pasaron por los centros del Gulag. Él mismo fue liberado tras cumplir condena durante siete años en la vasta red de campos de trabajos forzados de la Unión Soviética.
La crueldad de la vida de los presos en el Gulag
Las personas encarceladas en el Gulag sufrieron todo tipo de experiencias traumáticas y crueldades. Sufrieron maltratos por parte de los guardias que tenían una impunidad total, así como por parte de otros presos.
Especialmente dramática fue la indefensión de los presos políticos a manos de los presos comunes encuadrados dentro de las bandas de criminales conocidas como «Vor v zakone» (ladrones en la Ley), que se apoyaban entre sí y que se regían por un código de conducta entre ellos.
Estas bandas habían existido históricamente en Rusia desde la época zarista y tenían un inmenso poder debido a su organización e influencia en un territorio tan extenso donde en muchos casos no había podido llegar el Estado.
El gobierno revolucionario reprimió a estas bandas mandando a muchos de sus componentes a los campos, pero a la vez recurrió a ellas para mantener el control dentro de esos mismos centros y para que realizaran su trabajo sucio azuzándolos contra los presos políticos, a los cuales expoliaban y maltrataban.
A la crueldad de los guardas y de las bandas mafiosas los presos debían añadir a sus desdichas las del propio clima extremo, la dureza de los trabajos, la pobre alimentación y los largos horarios extenuantes de las jornadas laborales.
Los presos podían llegar a trabajar entre 270 y 300 días de trabajo al año. El día de trabajo duraba hasta 12 horas, pero esta era una norma laxa, por lo que las jornadas se alargaban frecuentemente mucho más allá de estos límites.
La mayoría de los presos vivían en cabañas de madera, recibían una porción mínima de alimentos y trabajaban en los trabajos forzados desde la mañana hasta la noche.
En el Gulag existía un sistema de motivación laboral que consistía en que las personas que rebasaban las cuotas asignadas y mostraban una productividad superior recibían de una porción adicional de alimentos.
Las cantidades de comida suministradas a los presos eran calculadas por expertos para mantenerlos continuamente en un estado de semidesnutrición.
En el año 1930, la norma alimentaria mínima para los condenados era de 2.000 calorías, lo que era claramente insuficiente para las personas que trabajaban en este tipo de trabajos tan duros. A partir de 1945, la alimentación de los reclusos mejoró, sobre todo con la finalidad de aumentar su capacidad laboral.
La ración diaria habitual era de 700-800 gramos de pan y 110 gramos de cereal así como otras cantidades menores de otros alimentos.
Historia de un superviviente del Gulag soviético
Entre millones de prisioneros enviados a los campos de trabajos se encontraban muchos artistas y escritores que continuaron en secreto su producción mientras cumplían su condena.
En el Museo de la Historia del Gulag en Moscú se encuentran documentos, fotografías, testimonios, objetos de los campos y otros elementos que muestran la vida y la rutina de los presos.
Yevfrosíniya Kersnóvskaya (1908 – 1994)
Hasta el año 1940 residió en Besarabia. Después de la proclamación de la República Democrática de Moldavia como parte de la Unión Soviética, la familia de Kersnóvskaya, al pertenecer a la aristocracia terrateniente, fue deportada a Siberia.
Yevfrosíniya intentó escapar, pero fue capturada y condenada por 10 años de trabajos forzados en el Gulag. Durante sus años de reclusión trabajó de albañil, tonelera, veterinaria en una granja de cerdos y muchos más oficios caracterizados por la dureza de sus condiciones.
En el campo de trabajo de Norilsk trabajó como enfermera en un hospital de campo, pero poco tiempo después la trasladaron a otro lugar para realizar trabajos de minería.
Después de su liberación Kersnóvskaya escribió sus memorias en unos 12 cuadernos y unos 700 dibujos, donde mostró la vida y la muerte en los campos del Gulag.
Dibujos desde el Gulag #1
Fue la primera muerte en mi turno de hospital. Estaba muriendo un tártaro nativo de Crimea. Él se levantó con sus últimas fuerzas, me llamó y me dijo:
«¡Hermana! Aquí está la dirección de mi mujer. Escríbele – mi Zaríf, mis hijos, todo el tiempo he pensado sobre vosotros. Tú fuiste la mejor esposa. ¡Que seas feliz y que nuestros hijos sean felices! Pensé mucho en vosotros».
Ésas fueron sus últimas palabras. Cumplí su voluntad y después tuve muchos problemas. No sabía que un prisionero agonizante no tiene derecho a escribir una carta de despedida a su familia. Me advirtieron que si me atrevía otra vez más a avisar sobre la muerte de alguien, me mandarían al campo de castigo para cavar en la arena.
Dibujos desde el Gulag #2
Mientras se acercaba la medianoche, los fuegos se terminaban de apagar. Había salido la luna y era muy tarde ya. Mis fuerzas estaban agotadas y entendí que era imposible cumplir aquellos horarios de trabajo tan extensos. Por primera vez me sentí desesperada: Me caí en la nieve mientras agarraba mi cabeza.
Poco tiempo después cogí mis herramientas, me puse el chaquetón y comencé a caminar sintiendo mucha hambre y cansancio.
Ya se ocultó la luna y la Taiga se volvió oscura y hostil. ¡Me has ganado, Jojrin! Voy a luchar, pero no para ganarte sino para morir con dignidad. Todo eso pasó el 24 de diciembre en el día de mi cumpleaños.
P. S. Jojrin es el apellido del jefe de una granja colectiva donde trabajaba Yevfrosíniya Kersnóvskaya. La fecha de su cumpleaños era el 24 de diciembre, según el antiguo calendario de Rusia.
Muy valiente reconocer la historia y sus errores, la rusia de hoy merecie perdurar para siempre. Occidente debe aprender, aqui ocultamos todo modificando la historia al acomodo de las elites
Hola Luis Angel,
Efectivamente, siempre es bueno conocer la realidad de las cosas.
Este es un tema que apenas se está investigando, son experiencias que no se quieren recordar y se corre el peligro de olvidarlas. Los regímenes que priman los derechos colectivos sobre los derechos individuales suelen despreciar a la persona. No es de extrañar que el comunismo marxista y el fascismo, coincidentes en esta idea sobre los derechos colectivos de los pueblos, sean los que más han despreciado los derechos individuales del hombre y del ciudadano
Hola José,
De hecho muchas familias rusas que han vivido en la época del comunismo la recuerdan como la mejor época de su vida.
Hola José
La verdad que hay cosas en 2020 años que no se ha investigado, por ejemplo: LA IGLESIA CATOLICA, VIVA LA GRAN GUERRA PATRIA, y deverias aplaudir por que gracias a ella, mantienes tu lengua y no la alemana.